La madrugada del Sábado me contagia su alegría.
Pero aqui estoy. Sólo. Lejos de aquel tiempo.
La vieja y derruída garita de acero helado que hoy me cobija me
transporta al momento en que la juventud se esfumó entre uniformes verde oliva y fusiles de papel
Mate amargo, tabaco rubio y una radio prestada, como entonces,
son mi unica compañía.
Afuera esta nublado y amenaza con llover. Sin embargo la gente se divierte, ama y sufre por igual. Los veo pasar a mi lado, felices, vestidos de mil colores.
Nadie nota mi presencia, sin embargo sigo aqui. Sólo. Confundiendome con la noche.